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El problema de la reina Sofía con los discrusos en público

La reina Sofía cumple mañana 2 de noviembre 85 años en un momento agridulce. Estaba feliz por la mayoría de edad alcanzada por su nieta, la princesa Leonor, que este 31 de octubre
juraba la Constitución y se convertía de facto en heredera de la corona, y, seguramente, afectada por no haber podido estar presente en los actos institucionales, tanto
en el Congreso de los Diputados como en el Palacio Real.
Fue precisamente en el Palacio Real donde la princesa Leonor dio
un esperado y solemne discurso, el más importante de su vida, después de haber pasado con nota otras pruebas de estas características, pero con menos peso institucional, como
los premios Princesa de Asturias y los premios Princesa de Girona. Unas circunstancias en las que no hemos podido ver a su abuela, la reina Sofía, que no se ha prodigado en los discursos públicos durante su reinado y en su nuevo rol de reina emérita, después de la abdicación de su marido, el rey Juan Carlos.
La reina Sofía sí pudo
disfrutar con su nieta Leonor su cumpleaños en la celebración privada posterior, celebrada
en el Palacio de El Pardo, donde se reencontró con don Juan Carlos, quien actualmente tiene fijada su residencia en Abu Dabi. Una visita efímera a nuestro país, después de que los diferentes escándalos que protagonizó durante su reinado propiciaran que pusiera tierra de por medio. Apartado de la vida institucional, sí ha pisado suelo español
para participar en las regatas de Sanxenxo, donde cuenta con uno de sus máximos apoyos, su gran amigo, Pedro Campos.
Aunque la reina Sofía sigue siendo una figura muy valorada en la familia real por parte de la ciudadanía, lo cierto es que, en cierta medida,
sigue siendo una gran desconocida, pues los tiempos en los que le tocó reinar la institución se manejaba por unos códigos muy distintos. Sus pasos estaban marcados por unos protocolos más estrictos y
la agenda de la reina tenía un peso diferente como consorte que la de la reina actual, al igual que ocurre en el resto de monarquías de nuestro entorno.
La reina Sofía, en su última aparición antes del cumpleaños de Leonor. /
La monarquía está haciendo un enorme esfuerzo por acercarse a la ciudadanía y la reina Letizia ha sido clave en este sentido, respondiendo a preguntas incluso de ámbito casi privado como cuando explicó a los medios de comunicación la ausencia de su hija Leonor en la visita al pueblo ejemplar en los Premios Princesa de Asturias el año pasado por una indisposición.
La hemos visto con
el rey Felipe tocando el cajón, recorriendo toda la geografía española después de la pandemia, y hasta rapeando… Imágenes que hace unos años nos hubieran parecido improbables y que evidencian la evolución de la monarquía, que también está haciendo esfuerzos en aras de la transparencia..
Los usos y costumbres son muy diferentes ahora, pero son pocas las declaraciones espontáneas que hemos podido escuchar de la reina Sofía, salvo fugaces contestaciones en actos públicos o en las distintas hospitalización del rey Juan Carlos, que ha tenido que pasar «por el taller», como él mismo declaró en un tono divertido y coloquial, en numerosas ocasiones.
La reina Sofía también ha intervenido en público en numerosas ocasiones a lo largo de su reinado, como cuando en plena pandemia dio
un discurso desde Zarzuela con motivo de la cumbre sobre el Alzheimer en un perfecto inglés, un idioma que utiliza habitualmente.
Hace solo unos días
vimos a la reina Sofía emocionarse en el campus de la Universidad Camilo José Cela, donde don Emilio Lora-Tamayo fue nombrado rector honorario del centro, también pronunció unas emotivas palabras e incluso estuvo al borde de las lágrimas. Para quienes deseen consultarlos, todos sus
discursos están recogidos en la web de Casa Real.
Por qué habla tan poco en público Doña Sofía
Diversas fuentes especializadas en Casa Real han señalado que
a la reina Sofía no le gusta dar discursos, pero el motivo fundamental es el pánico escénico. La emérita se pone muy nerviosa cuando tiene que hablar en público. Nada que ver con el manejo del idioma español, que habla perfectamente, aunque con cierto acento. La revista Hola aseguraba en un artículo con motivo de su 83 cumpleaños que, además, «lo escribe perfectamente y sin faltas de ortografía, al igual que el griego, el inglés y el alemán. También entiende el francés, aunque no lo domina».
Ahora,
al cumplir los 85, va a contar para celebrarlo con la presencia de sus tres hijos y la mayoría de sus nietos. La gran ausente, como en la fiesta de cumpleaños de la princesa Leonor, será Victoria Federica, que se encuentra de viaje de placer con un grupo de amigos en Perú. Froilán ha recalado en Madrid desde Dubai, donde trabaja en la actualidad, apartado de la gran atención mediática que suscita en nuestro país.
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Cómo ha solucionado Letizia el problema del Instagram de Leonor

El
octubre fantástico de la princesa Leonor, con su debut como militar, la jura de la Constitución y su 18 cumpleaños, puso sobre la mesa el tirón popular de la heredera, ya admirada por su actitud responsable, los evidentes esfuerzos que realiza por estar a la altura en la academia militar y, por qué no decirlo, un
físico de princesa de cuento de lo más canónico. Comprensible que a sus padres, Felipe y Letizia, se les caiga literalmente la baba.
Hoy sabemos que el orgullo no es lo único que Leonor suscita en sus padres. Solo hay que
escuchar a la reina Letizia hablar sobre sostenibilidad y cambio climático para advertir la influencia de su hija, ya una voz poderosa en la generación más preocupada por el planeta. Una pena que, debido a las
restricciones de comunicación que adopta Casa Real, solo podamos presuponer qué sienten y piensan los Borbón Ortiz sobre estos y otros asuntos que conciernen a todos.
La demanda de imágenes de Leonor es problemática
Pese al silencio que rodea a la princesa, la llamada ‘Leonormanía’ ha comenzado y todo apunta que va a ser
un fenómeno complicado de lidiar en un futuro inmediato. No es fácil controlar el perfil público de una mujer guapa y joven que, además, no lo tiene fácil para tomar la palabra y aclarar ciertos asuntos por su
obligación de neutralidad. Y habrá asuntos. Cada salida pública significará una lluvia de fotos virales que van a ser escrutadas, analizadas, interpretadas y resignificadas, sin que Casa Real pueda hacer mucho al respecto.
La princesa Leonor, en la última gala de entrega de los Premios Princesa de Asturias en el Teatro Campoamor de Oviedo. /
El principal problema al que se enfrenta Casa Real es el de la ‘celebritificación’ de Leonor, una mutación indeseable en ámbitos donde la autoridad no tenía tanto que ver con la fama como con otros factores (el talento, la innovación, el saber). En un mundo en el que
la popularidad suma más que otros talentos, la tentación de
buscar y cultivar ese tipo de relevancia espectacular es fuerte. Lo hacen, en cierta medida, las reinas consortes, con su constante recurso a la moda y su presencia diaria en los medios de comunicación. Otra cosa son los titulares de la Corona.
La papeleta es complicada para Casa Real, pues ninguna monarquía puede despreciar las oportunidades de ganar popularidad que le salgan al paso. De hecho,
la familia real británica no le hace ascos a casi nada: el rey Carlos ha salido en programas de televisión y cada una de sus salidas aparece en su cuenta de Instagram, lo mismo que los príncipes de Gales. No es lo que sucede en España, aunque Letizia sí ha dado pasos en este sentido, por ejemplo al
hacerse selfies con personajes populares de la televisión.
Tarde o temprano, Leonor tendrá perfil público en redes
En todo caso, Casa Real no atiende la demanda de que la familia real o, al menos,
Leonor tenga una cuenta oficial pública en Instagram. Quizá es algo que plantean más adelante, cuando la vida personal de la heredera no requiera una
protección extra por su juventud. Quizá es algo que consideran inconveniente en cualquier momento. Sin embargo, tampoco pueden ignorar el tirón popular de la futura reina. No pueden despreciar que la ciudadanía quiera saber más de Leonor.
En esta aparente parálisis, ya se están produciendo movimientos. Y son importantes, porque según han trascendido a algunos medios de comunicación, la iniciativa corresponde tanto a los reyes Felipe y Letizia como a la misma princesa Leonor. Este podía ser otro de los asuntos en los que la hija mayor de los monarcas puede estar
reorientando la perspectiva de sus padres.
Según ha publicado Monarquía Confidencial, Casa Real se ha decidido a abrir un canal de comunicación con la princesa Leonor, para que sus fans puedan hacerle llegar sus mensajes. No es ninguna maravilla, pues se trata del libro de visitas alojado en su perfil en el ‘website’ casareal.es, desde donde
se le pueden enviar mensajes. El compromiso pasa por hacérselos llegar, pero no se asegura contestación personalizada, lógicamente. Pueden ser cientos.
No cabe pensar que todas estas misivas lleguen a la princesa Leonor, por mucho que la heredera lo desee. Sin duda, personal de Casa Real filtrará cada mensaje, para que ninguno
pueda perturbar a la joven. Y, en todo caso, tampoco esta pequeña apertura al mundo responde exactamente a lo que se reclama o a la realidad actual. Esa en la que, más que recurrir a las palabras, buscamos imágenes para conectar e identificarnos.
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Por qué se casó Simoneta Gomez Acebo con una tiara de la reina Victoria Eugenia

Fue el 12 de septiembre, de 1990, en la catedral de Palma. La novia,
Simoneta Gómez Acebo, era hija de
doña Pilar de Borbón, duquesa de Badajoz, y él,
José Miguel Fernández Sastrón, nieto del famoso empresario Pepín Fernández, y dedicado a la música. Fue la primera boda de los Borbón desde la restauración de la monarquía y despertó una enorme expectación.
Asistió toda la familia real, incluyendo a
los reyes Juan Carlos y Sofía y a
Don Juan y Doña Mercedes, condes de Barcelona, padres del Rey. Los novios se dieron el sí quiero ante 800 invitados. El tenía 31 años, ella 22 y vestía un traje de seda blanco, de falda estrecha y larga cola, escote barco y pico en la espalda, de
Gianfranco Ferré, para Dior, y lucía una espectacular
diadema de perlas y brillantes, conocida como la «Rusa», que había pertenecido a la reina María Cristina, madre de Alfonso XIII, y que la novia pidió prestada a su abuela, María de las Mercedes. Hoy es una de las favoritas de
doña Letizia. El rey Juan Carlos la recuperó para convertirla en una joya de pasar.
La novia hizo a pie el corto recorrido que separa el palacio de la Almudaina, donde se vistió, y la catedral. Lo hizo acompañada de su padre,
Luis Gómez Acebo y Duque de Estrada, vizconde la Torre. Años después, Simoneta hablaría con gran emoción de ese momento de su vida y revelaría que fue su padre, sobre todo, quien la orientó más con el vestido de novia.
Una boda feliz y con todos los Borbones en España
Miles de personas se agolparon en los alrededores de la catedral y fueron aplaudiendo a los invitados. Entre ellos estuvieron
Kyril de Bulgaria y Rosario Nadal, los duques de Alba, el empresario Plácido Arango y los banqueros Juan March y Pablo Taboada o los barones Thyssen, Tita y Heini.
Tras la ceremonia tuvo lugar una sesión de fotos en el salón gótico del palacio de La Almudaina. El banquete nupcial se celebró en uno de los salones del Palacio de Congresos del Pueblo Español, ideado por
Juan Cabrera. Las mesas estaban decoradas con velas blancas y verdes. Con el estrés del momento, Cabrera sufrió un ictus y tuvo que ser hospitalizado, pero aseguró, años después, que todo había salido a la perfección.
La pareja tuvo tres hijos: Luis Juan, Pablo y María de las Mercedes. Pero aquel matrimonio tan celebrado no duró. Desde 2009 hacían vidas separadas y se separaron definitivamente en 2012. Pero fue un acontecimiento feliz, que reunió a
todos los Borbones en suelo español, con don Juan Carlos en el trono, y suponía también recuperar joyas de la familia, como la tiara Rusa, que lució la novia. Además, Palma era el lugar de las vacaciones para los primos Borbón, empezando por
don Felipe y las Infantas Elena y Cristina, y estaba lleno de recuerdos.
Los Borbones habían tenido que casarse en el exilio, desde Roma a Estoril. Los hijos de
Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg se casaron, tras la proclamación de la República: Alfonso se casó, por primera vez, en 1933, con una joven cubana, Edelmira Sampedro Robato, en la parroquia del Sagrado Corazón de Lausana, Suiza, lo que le apartó del trono.
Jaime, sordomudo, se casó, en 1935, con Emanuela de Dampierre, hija de un noble francés; Beatriz, también lo hizo en 1935, con Alejandro de Torlonia, príncipe de Civitella Cesi, y Juan, padre de don Juan Carlos, el 12 de octubre de ese mismo año, con
María de las Mercedes de Borbón y Orléans.
María Cristina, contrajo matrimonio en 1940, con el conde Marone Cinzano, también en Roma. El infante Gonzalo, el menor de todos los hermanos, murió con solo 20 años, en 1934, por las complicaciones de un accidente de automóvil en Austria, porque era hemofílico. Por su parte
doña Pilar y doña Margarita se casaron en Estoril.
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Así ha sido el funeral de Concha Velasco: todos los familiares y amigos que han ido a darle el último adiós

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