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Letizia reinó en Copenhague con este polémico vestido rojo hace 19 años

Copenhague, a donde regresará con
don Felipe en su próxima visita de Estado, el 6 de noviembre, conserva importantes recuerdos para la reina. Fue el primer país que visitó tras convertirse en reina, en 2014, y, sobre todo, fue el lugar donde
doña Letizia inauguró
su vida oficial como princesa, una semana antes de convertirse en la esposa de Felipe VI, el 14 de mayo de 2004.
Se celebraba la
boda real de los príncipes Federico y Mary y se trataba de una «puesta de largo» ante la realeza europea muy esperada, desde el anuncio del compromiso de don Felipe y doña Letizia. Y doña Letizia no defraudó. Resplandeció en todas sus apariciones
vestida por Lorenzo Caprile.
Y se la vio tranquila y feliz, del brazo de Felipe VI, algo que en los años siguientes no iba a ser tan frecuente. Don Felipe, muy pendiente de doña Letizia, fue presentando uno a uno a su prometida a los miembros de la realeza. En el banquete nupcial, los príncipes compartieron mesa con la
Gran Duquesa de Luxemburgo, con la que Letizia pudo conversar en castellano.
Lorenzo Caprile, el diseñador tras el vestido de Letizia
En aquellos días, los príncipes de Asturias no querían restar protagonismo a los novios, pero no pudieron evitarlo, tanto en la celebración de la noche anterior a la boda, en el Teatro Real de Copenhague, como en la iglesia de Nuestra Señora. Para ambas ocasiones,
doña Letizia vistió diseños de Lorenzo Caprile.
Llamó la atención, sobre todo,
el vestido de la boda, con cuerpo drapeado y falda con pequeña cola, en crepé de satén y tul de seda natural en un intenso color rojo. Todos los tejidos pertenecían a la firma textil José María Ruiz. Los zapatos, también rojos, forrados en el mismo satén del vestido, eran de Pura López. El pequeño bolso de mano estaba bordado en cristales negros. Se trataba de una pieza antigua de principios del siglo XX.
Para la ocasión, la reina lució varias
piezas del joyero de doña Sofía: un aderezo de pendientes de brillantes y rubíes (conocidos como los pendientes «cereza») y un conjunto de broches de estilo Art Decó, que había pertenecido a
María de las Mercedes. No lució tiara, porque todavía no era oficialmente princesa. Pero el peinado, de ondas al agua, destacó igualmente por su elegancia.
Doña Letizia en la boda de los príncipes Federico y Mary con un diseño de Caprile /
Caprile también fue el autor del
traje que lució la víspera en el Teatro Real, otro espectacular diseño eleborado con telas de la empresa valenciana de tejidos Rafael Catalá: se trataba de un dos piezas con chaqueta encorsetada de amplio escote barco, en brocados de seda inspirados en el siglo XVIII, y botones bordados en cristal, y una falda de color rojo guinda.
Lo complementó con un bolso bordado, adquirido en un anticuario por
Lorenzo Caprile, que se lo regaló a la futura princesa, y unos zapatos también de Pura López, con el talón descubierto tacón de 10 centímetros. Llevaba también unos pendientes «chandelier» de Yanes y una pulsera de oro blanco. La prensa nacional e internacional alabó con entusiasmo los dos «outfits».
Un vestuario al más puro estilo español para la futura reina de España
El modisto había recibido, a principios de año, un encargo del Palacio de La Zarzuela para crear
un vestuario de gala que luciría la futura princesa. Este vestuario iba a ser esencial para convertir su imagen en la de un miembro de la realeza. La única condición que le pusieron es que todos los tejidos fueran españoles.
Lorenzo Caprile fue también
el autor del vestido gris plata que lució doña Letizia en la cena previa a su enlace matrimonial, en el palacio de El Pardo y del vestido de gala en negro que lució la princesa con mantilla en la audiencia con el Papa, poco después de casarse.
Letizia y Felipe, en Copenhague en 2004, en la boda del heredero. /
Caprile era un
íntimo amigo de la infanta Cristina y el mejor para cumplir con semejante encargo. Fue sin duda ella quien le hablo del modisto a doña Letizia. Él se había encargado de vestir de novia a la
infanta Cristina y diseñaba vestidos de gala para la
infanta Elena, cuando ésta no optaba por la alta costura francesa. Las infantas habían coincidido con las hermanas de Caprile, Marisa y Laura, en el colegio Santa María del Camino.
El resultado fue
un gran éxito para Caprile y para la princesa, aunque desde hace más de una década,
no ha vuelto a diseñar para la reina. En 2017, recuperó una falda-mantón de Manila y un cuerpo oscuro, para recibir al presidente de Israel, Reuven Rivlin, en el Palacio de Oriente. Pero los años y los avatares del caso Nóos han alejado a Caprile de Palacio.
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La vida secreta del piloto Jorge Martín: de su padre motero a su novia influencer

El piloto madrileño Jorge Martín acaba de finalizar una temporada redonda en la que se ha proclamado
subcampeón del mundo de motociclismo con su equipo, Prima Pramac Racing, en la categoría MotoGP. Parte de ese éxito se lo debe
a su novia, la influencer María Monfort, su mejor apoyo en los momento duros y también en tiempo de celebración como el que viven ahora. La pareja se muestra siempre muy enamorada en sus redes sociales en las que ambos se dedican tiernos mensajes de agradecimiento y amor.
Natural de
Madrid, Jorge ha conseguido situar su carrera al nivel de grandes españoles del mundo del motoclismo como
Ángel Nieto o Marc Márquez. «Los padres tienen más ganas de que corra su hijo que el niño. Y muchas veces he pensado en el enfado del padre cuando su hijo no ha ganado», explicó Márquez en una ocasión. Esa reflexión ha servido de hilo conductor para Marín que ha heho de este deporte su vida y el orgullo de su familia.
Su padre, Ángel, es
un gran aficionado a las motos y poco a poco ha ido inculcando ese entusiasmo a su hijo. Vivían cerca del
circuito del Jarama, en la urbanización Club de Campo. «Desde mi casa se oye el ruido de la pista. Me yacuerdo de los sábados, cuando yo todavía ni corría y se oía lo que para mí era música celestial, el ruido de las motos. Iba con mi padre a ver las tandas. Tengo una foto en el muro del Jarama con un año con mi padre súper bonita», explicaba al diario Marca.
Los Reyes Magos le trajeron con 6 años su primera moto con la que empezó a practicar. Cuando ya tuvo de edad de competir, lo hizo primero en la Cuna de Campeones y, luego, en la Red Bull Rookies Cup, donde se proclamó campeón durante la temporada 2012. Fue cuando decidió llevar
el dorsal que también tenía su padre y que le ha acompañado siempre. «Lo llevo porque mi padre corría el RACE en el Jarama y en su segunda o tercera carrera le tocó el 88. Le gustó y ya lo dejó. Cuando yo empecé, lo heredé», ha explicado el piloto.
En 2015, Martín hizo su debut en el Campeonato del Mundo de Moto3 y desde ahí, aunque no ha sido fácil, ha conseguido ir escalando puesto hasta convertirse, primero en una de las mayores promesas del motociclismo españo, y ahora en una realidad que sabe a podio. Tras cuatro años en Moto3 y dos en Moto 2, en 2021 debutó en Moto GP (la máxima categoría) donde en tan
solo tres años ha conseguido convertirse en subcampeón.
¿Quién Maria Monfort, su gran compañera?
Jorge Martín sale con la
influencer Maria Monfort desde hace unos meses. Ella es ibicenca (se nota en la cantidad de fotos que tiene sola y con su pareja en la isla) e influencer. Su cuenta de Instagram suma
casi 80.000 seguidores. Es habitual que compartan momentos y viajes de su vida en común (han recorrido medio mundo de Australia a Indonesia), y sobretodo, el orgullo que sienten el uno por el éxito del otro.
La pareja en la ciudad australiana de Sidney. /
«Hoy ha sido de los días que más orgullo he sentido por alguien en mi vida. Profesionalmente llevas demostrando toda la temporada el gran campeón que eres , pero precisamente hoy , también lo has demostrado personalmente (cosa que algunos ya teníamos la suerte de saberlo). Has demostrado una
fortaleza mental que pocos tienen , y sobre todo una manera de afrontar sucesos que no están en tus manos de la manera más positiva y contingente que jamás habría imaginado», escribía en María Monfort en una publicación de Instagram el día que se convirtió en subcampeón del mundo.
«Cada día somos ambos los que aprendemos cosas nuevas el uno del otro , sin embargo hoy me he dado cuenta de que me queda mucho por aprender. Sea cual sea el resultado después de Valencia , debes estar seguro de que a ninguno de los que te hemos acompañado en esto nos va a importar que el puesto sea el 1 o el 2 , eres un campeón de los pies a la cabeza , un ejemplo para todo el que te rodea , y solo con lo que nos has hecho vivir este año a todos, ya hemos ganado, tenernos es el mayor de los premios».
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Cómo ha solucionado Letizia el problema del Instagram de Leonor

El
octubre fantástico de la princesa Leonor, con su debut como militar, la jura de la Constitución y su 18 cumpleaños, puso sobre la mesa el tirón popular de la heredera, ya admirada por su actitud responsable, los evidentes esfuerzos que realiza por estar a la altura en la academia militar y, por qué no decirlo, un
físico de princesa de cuento de lo más canónico. Comprensible que a sus padres, Felipe y Letizia, se les caiga literalmente la baba.
Hoy sabemos que el orgullo no es lo único que Leonor suscita en sus padres. Solo hay que
escuchar a la reina Letizia hablar sobre sostenibilidad y cambio climático para advertir la influencia de su hija, ya una voz poderosa en la generación más preocupada por el planeta. Una pena que, debido a las
restricciones de comunicación que adopta Casa Real, solo podamos presuponer qué sienten y piensan los Borbón Ortiz sobre estos y otros asuntos que conciernen a todos.
La demanda de imágenes de Leonor es problemática
Pese al silencio que rodea a la princesa, la llamada ‘Leonormanía’ ha comenzado y todo apunta que va a ser
un fenómeno complicado de lidiar en un futuro inmediato. No es fácil controlar el perfil público de una mujer guapa y joven que, además, no lo tiene fácil para tomar la palabra y aclarar ciertos asuntos por su
obligación de neutralidad. Y habrá asuntos. Cada salida pública significará una lluvia de fotos virales que van a ser escrutadas, analizadas, interpretadas y resignificadas, sin que Casa Real pueda hacer mucho al respecto.
La princesa Leonor, en la última gala de entrega de los Premios Princesa de Asturias en el Teatro Campoamor de Oviedo. /
El principal problema al que se enfrenta Casa Real es el de la ‘celebritificación’ de Leonor, una mutación indeseable en ámbitos donde la autoridad no tenía tanto que ver con la fama como con otros factores (el talento, la innovación, el saber). En un mundo en el que
la popularidad suma más que otros talentos, la tentación de
buscar y cultivar ese tipo de relevancia espectacular es fuerte. Lo hacen, en cierta medida, las reinas consortes, con su constante recurso a la moda y su presencia diaria en los medios de comunicación. Otra cosa son los titulares de la Corona.
La papeleta es complicada para Casa Real, pues ninguna monarquía puede despreciar las oportunidades de ganar popularidad que le salgan al paso. De hecho,
la familia real británica no le hace ascos a casi nada: el rey Carlos ha salido en programas de televisión y cada una de sus salidas aparece en su cuenta de Instagram, lo mismo que los príncipes de Gales. No es lo que sucede en España, aunque Letizia sí ha dado pasos en este sentido, por ejemplo al
hacerse selfies con personajes populares de la televisión.
Tarde o temprano, Leonor tendrá perfil público en redes
En todo caso, Casa Real no atiende la demanda de que la familia real o, al menos,
Leonor tenga una cuenta oficial pública en Instagram. Quizá es algo que plantean más adelante, cuando la vida personal de la heredera no requiera una
protección extra por su juventud. Quizá es algo que consideran inconveniente en cualquier momento. Sin embargo, tampoco pueden ignorar el tirón popular de la futura reina. No pueden despreciar que la ciudadanía quiera saber más de Leonor.
En esta aparente parálisis, ya se están produciendo movimientos. Y son importantes, porque según han trascendido a algunos medios de comunicación, la iniciativa corresponde tanto a los reyes Felipe y Letizia como a la misma princesa Leonor. Este podía ser otro de los asuntos en los que la hija mayor de los monarcas puede estar
reorientando la perspectiva de sus padres.
Según ha publicado Monarquía Confidencial, Casa Real se ha decidido a abrir un canal de comunicación con la princesa Leonor, para que sus fans puedan hacerle llegar sus mensajes. No es ninguna maravilla, pues se trata del libro de visitas alojado en su perfil en el ‘website’ casareal.es, desde donde
se le pueden enviar mensajes. El compromiso pasa por hacérselos llegar, pero no se asegura contestación personalizada, lógicamente. Pueden ser cientos.
No cabe pensar que todas estas misivas lleguen a la princesa Leonor, por mucho que la heredera lo desee. Sin duda, personal de Casa Real filtrará cada mensaje, para que ninguno
pueda perturbar a la joven. Y, en todo caso, tampoco esta pequeña apertura al mundo responde exactamente a lo que se reclama o a la realidad actual. Esa en la que, más que recurrir a las palabras, buscamos imágenes para conectar e identificarnos.
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Por qué se casó Simoneta Gomez Acebo con una tiara de la reina Victoria Eugenia

Fue el 12 de septiembre, de 1990, en la catedral de Palma. La novia,
Simoneta Gómez Acebo, era hija de
doña Pilar de Borbón, duquesa de Badajoz, y él,
José Miguel Fernández Sastrón, nieto del famoso empresario Pepín Fernández, y dedicado a la música. Fue la primera boda de los Borbón desde la restauración de la monarquía y despertó una enorme expectación.
Asistió toda la familia real, incluyendo a
los reyes Juan Carlos y Sofía y a
Don Juan y Doña Mercedes, condes de Barcelona, padres del Rey. Los novios se dieron el sí quiero ante 800 invitados. El tenía 31 años, ella 22 y vestía un traje de seda blanco, de falda estrecha y larga cola, escote barco y pico en la espalda, de
Gianfranco Ferré, para Dior, y lucía una espectacular
diadema de perlas y brillantes, conocida como la «Rusa», que había pertenecido a la reina María Cristina, madre de Alfonso XIII, y que la novia pidió prestada a su abuela, María de las Mercedes. Hoy es una de las favoritas de
doña Letizia. El rey Juan Carlos la recuperó para convertirla en una joya de pasar.
La novia hizo a pie el corto recorrido que separa el palacio de la Almudaina, donde se vistió, y la catedral. Lo hizo acompañada de su padre,
Luis Gómez Acebo y Duque de Estrada, vizconde la Torre. Años después, Simoneta hablaría con gran emoción de ese momento de su vida y revelaría que fue su padre, sobre todo, quien la orientó más con el vestido de novia.
Una boda feliz y con todos los Borbones en España
Miles de personas se agolparon en los alrededores de la catedral y fueron aplaudiendo a los invitados. Entre ellos estuvieron
Kyril de Bulgaria y Rosario Nadal, los duques de Alba, el empresario Plácido Arango y los banqueros Juan March y Pablo Taboada o los barones Thyssen, Tita y Heini.
Tras la ceremonia tuvo lugar una sesión de fotos en el salón gótico del palacio de La Almudaina. El banquete nupcial se celebró en uno de los salones del Palacio de Congresos del Pueblo Español, ideado por
Juan Cabrera. Las mesas estaban decoradas con velas blancas y verdes. Con el estrés del momento, Cabrera sufrió un ictus y tuvo que ser hospitalizado, pero aseguró, años después, que todo había salido a la perfección.
La pareja tuvo tres hijos: Luis Juan, Pablo y María de las Mercedes. Pero aquel matrimonio tan celebrado no duró. Desde 2009 hacían vidas separadas y se separaron definitivamente en 2012. Pero fue un acontecimiento feliz, que reunió a
todos los Borbones en suelo español, con don Juan Carlos en el trono, y suponía también recuperar joyas de la familia, como la tiara Rusa, que lució la novia. Además, Palma era el lugar de las vacaciones para los primos Borbón, empezando por
don Felipe y las Infantas Elena y Cristina, y estaba lleno de recuerdos.
Los Borbones habían tenido que casarse en el exilio, desde Roma a Estoril. Los hijos de
Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg se casaron, tras la proclamación de la República: Alfonso se casó, por primera vez, en 1933, con una joven cubana, Edelmira Sampedro Robato, en la parroquia del Sagrado Corazón de Lausana, Suiza, lo que le apartó del trono.
Jaime, sordomudo, se casó, en 1935, con Emanuela de Dampierre, hija de un noble francés; Beatriz, también lo hizo en 1935, con Alejandro de Torlonia, príncipe de Civitella Cesi, y Juan, padre de don Juan Carlos, el 12 de octubre de ese mismo año, con
María de las Mercedes de Borbón y Orléans.
María Cristina, contrajo matrimonio en 1940, con el conde Marone Cinzano, también en Roma. El infante Gonzalo, el menor de todos los hermanos, murió con solo 20 años, en 1934, por las complicaciones de un accidente de automóvil en Austria, porque era hemofílico. Por su parte
doña Pilar y doña Margarita se casaron en Estoril.
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